Pensando en compartir algo más que la práctica profesional surge este espacio...


90 MINUTOS

Lic. Georgina Venegas (Afil. C-1617)
Bahía Blanca | 2022


Pocas cosas recuerdo tanto de mi infancia como los 3 contra 3 entre primos, de las mismas edades, como si nuestros padres se hubiesen puesto de acuerdo. En la calle de tierra del pueblo, con arcos de cubiertas y pelota de trapo. Y aún más, la rivalidad con mi abuelo Tito, gallina de pies a cabeza, gastadas por teléfono en los superclásicos, segundos después del pitazo final, donde siempre me repetía, “todavía no entiendo como me salieron todos de Boca”.

Siempre quise ser futbolista, escenas de partidos se repetían en mis sueños donde era la protagonista. Pero claro, nada de todo esto era posible, las mujeres no jugaban al fútbol y menos en primera. Como refugio quedaba la fantasía, donde dramatizar en lo simbólico lo que después sería tan real, donde la añoranza fue deseo cumplido.



Los años pasaron, al igual que las actividades que de alguna manera dejaba, fui nadadora, basquetbolista y karateka, pero nada de eso se comparaba con el fútbol.

Un día se da gran la noticia, comenzaría en la ciudad la Liga del Sur Femenina, que pandemia de por medio se concreta en el 2021. Los sueños de miles de chicas como yo se hicieron realidad, muchas de ellas con la posibilidad de transitarlo nada más ni nada menos que en AFA. Y empezó lo mejor, flashes, hinchada, el pasto verde y la casaca. Y lo más importante, el equipo de todas las que alguna vez conocimos la redonda y nunca más la soltamos. Y aunque me hubiese gustado que todo esto se diera antes, y que siendo más joven tuviera otras posibilidades, lo disfruto al máximo hasta que toque, como bien se dice, colgar los botines.

En la espalda llevo el 9, tanto en la vida como en la cancha refleja lo que soy, encaradora, incansable, resolutiva y siempre de frente. Porque como dice Manu Chao “el mundo es una bola que se vive a flor de piel”, y así lo piso, con intensidad y a lo grande, a todo o a nada.

Más allá de las paredes del consultorio, cada finde se juegan ilusiones, el compromiso de ganar, el abrazo de gol, la palmada en la derrota, la pasión en movimiento. La felicidad de tener en esta vida, lo que siempre quise, al menos, por 90 minutos.



LOS OBJETOS

Lic. Carlos Peláez (Afil. C-92888)
San Isidro | 2022


Si bien soy descendiente de inmigrantes españoles e italianos mi familia eligió una escuela alemana para que concurriera a pesar de que nadie hablaba en mi casa ese idioma. No fue fácil para mí incorporar el alemán, pero gracias a la maestra de primer y segundo grado que nos enseñaba con dos títeres (Kasperle y un cocodrilo) los problemas con el nuevo idioma se fueron resolviendo lúdicamente. Aproximadamente a mis ocho años mi abuelo carpintero me hizo en madera, mi primer retablo para hacer funciones de títeres. En el año 1993 me recibí de psicólogo en la Universidad de Buenos Aires, en 1995 entré como residente en el Hospital de Niños Ricardo Gutiérrez y luego hice la jefatura de Residentes en el Hospital Carolina Tobar García. Siempre trabajé en forma privada e institucional.

Actualmente trabajo en el Instituto Vocacional de Arte Labardén y en la Guardia del Hospital Gutiérrez. Al trabajar con niñxs, el juego y los objetos se hacen presentes. En el año 2005 a partir de un curso de títeres que hago en el Teatro San Martín de CABA conozco la Escuela de Titiriteros Ariel Bufano y decido formarme ahí durante tres años egresando como Titiritero.



Formé parte del Elenco de Titiriteros del Teatro San Martín durante siete años que me permitieron descubrir lo mágico e inquietante del teatro de títeres y objetos. Luego de esos siete años de formación intensa en el escenario sigo trabajando en forma independiente desde la actuación, dirección y dramaturgia. Muchas veces me preguntaron si como psicólogo trabajaba con títeres en el consultorio. Mi respuesta era que no era necesario ya que todxs los niñxs, cuando pueden jugar, “son titiriterxs”. En los juegos con pasión, animan objetos, poniéndole voz a cada personaje más allá de la materialidad o la forma que tengan. Los objetos así como la poesía lo hace con las palabras, rompen sentidos predeterminados, posibilitan nuevas escrituras y nos permiten ”extrañar” la propia práctica para no dejar de interrogarla.




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Próximo vencimiento 10/05/2024